El Monasterio Cisterciense de la Encarnación está ubicado en la plaza de San Pedro, en pleno corazón de Talavera.
Este emblemático edificio del casco antiguo abrió sus puertas por el empeño que Don Rodrigo de Albornoz y Doña Teresa de Saavedra, tíos del histórico cardenal Gil de Albornoz, pusieron en la creación de una fundación religiosa cuyas primeras hermanas llegaron de Valladolid y Toledo para poner en marcha un proyecto de vida espiritual bajo la doctrina y vida de San Bernardo.
De estilo barroco, líneas rectas y ladrillo visto, se levanta la fachada principal del templo conventual donde descansan los restos del mencionado cardenal Gil de Albornoz.
Declarado Bien de Interés Cultural, el Monasterio de la Encarnación guarda entre sus muros pinturas y esculturas como «La Anunciación», anónimo del siglo XVIII pintado sobre cobre, o «El nacimiento de Jesús», lienzo atribuido a Maella.
Merecen especial mención los murales cerámicos que el edificio luce en sus fachadas como la azulejería de la portada de la iglesia en la plaza de San Pedro, con el tema de la Anunciación, o la representación de San Bernardo sobre la entrada de la calle homónima. Unas obras del siglo XVII.
En escultura, destacan las imágenes de San Bernardo y San Benito, ubicadas en el retablo de estilo barroco tardío, así como una Inmaculada de tamaño académico estofada y policromada al óleo del XVII y la Virgen de la Asunción fechada en el siglo XVIII.
Los dulces de las Madres Bernardas son más que conocidos en Talavera y la comarca. Gracias a la venta de galletas y pastas la comunidad puede ir sobreviviendo en su humilde y pobre modo de vida. Pero además de los dulces, donde por encargo también se pueden adquirir tartas y brazos de gitano, las Madres son especialistas en comida con productos de la tierra.