Murallas Árabes y Torres Albarranas

Uno de los recintos defensivos más destacados en su momento

Las murallas de Talavera de la Reina fueron uno de los recintos defensivos más destacados en su momento, debido a su sólida construcción y las acometidas que sufrió durante siglos en diversas batallas e intentos de saqueos y conquistas.

Talavera llegó a tener tres líneas de murallas, la primera y la que mejor se conserva, fue mandada construir por Abderramán III en el siglo IX, por lo tanto es de origen musulmán, aunque probablemente pueda llevar el mismo trazado de una muralla anterior romana o visigoda. Esta primera línea de muralla fue construida en piedra labrada y reforzada con mampostería, con una estructura fuerte que ha llegado hasta nuestros días. En ella se pueden observar restos reutilizados de épocas anteriores como lápidas romanas perfectamente visibles o restos de templos.

La primera línea de murallas acordonaba la villa de la ciudad. Justo detrás de la muralla, en el llamado Huerto de San Agustín, se construyó un gran palacio, la Alcazaba de Talavera, que estuvo en pie varios siglos, siendo utilizado por reyes y nobles católicos posteriormente tras la marcha de los musulmanes de España. Aún se aprecian restos arqueológicos como la entrada o lo que parece una pequeña capilla. En ella, por ejemplo, fue mandada degollar doña Leonor de Guzmán, favorita del rey Alfonso XI, que tras morir éste último en Gibraltar, su esposa, doña María de Portugal, reina que da apellido a la ciudad, cansada de años de aguantar dicha situación, optó por esta cruenta opción.

En el siglo XIII, la muralla se reforzó con un número de torres albarranas, de gran tamaño, que posibilitó la mejor defensa de la ciudad. Estas torres, todo un símbolo de Talavera, fueron originalmente 17 instaladas a lo largo de todo el recorrido, aunque en la actualidad solo quedan 8, algunas en perfecto estado, otras casi derruidas, y otras reutilizadas para otros fines, como la situada en la calle Corredera, en la cual se instaló una capilla dedicada al Cristo de los Mercaderes en 1752. De esta primera línea de muralla numerosas puertas de entrada a la ciudad existían, pero tan solo nos quedan restos de la Puerta de Mérida, situada en la actual calle de San Clemente.

Posteriormente se construyó otra línea de muralla, la que cercaba los arrabales mayores o nuevos, datada entre los siglos XII y XIII. Fue levantada en tapial de barro, por lo que con el paso del tiempo no quedan prácticamente restos, tan solo el arranque anexo a la primera línea de muralla situado en la calle Carnicerías. Sufrió numerosas reparaciones e incorporaciones, y contó con numerosas puertas. De estas puertas hoy en día tenemos la suerte de poder observar la Puerta de Sevilla, situada en la calle Carnicerías; la Torre del Polvorín, situada en la convergencia de las calles Ronda del Cañillo y Cabeza del Moro;  Parte de la Puerta de Zamora, situada en la Plaza de Zamora; y una torre en la Plaza de San Miguel.

Del tercer recinto, también construido en tapial de barro, y el cual sirvió para cercar los arrabales viejos, tan solo quedan restos de sus cimientos y los escudos de la Puerta de Cuartos, los cuales se encuentran en la parte trasera de la Basílica del Prado.

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