El antiguo convento de Santo Domingo tras la desamortización de Mendizábal fue utilizado como fábrica de tinajas y posteriormente comprado y derribado para construir en su solar un colegio de la Orden de Nuestra Señora, conocido como la Compañía de María.
Desde 1899 la primitiva parroquia bajomedieval de San Ginés, fue integrada en 1520 para una fundación de dominicos a manos del prior del convento de San Esteban de Salamanca, fray Juan Hurtado de Mendoza, y auspiciada entre otros por el que fue arzobispo de Sevilla, y padre General de la Orden, el cardenal fray García de Loaisa, oriundo de Talavera. De esta época data la iglesia, que es el único ejemplo de arquitectura tardogótica libre de influencias mudéjares, se compone de una sola nave, con crucero y ábside poligonal de cinco lados, todo ello cubierto por una compleja bóveda de crucería, se aprecian rasgos renacentistas como las ventanas de medio punto.
La antigua portada renacentista está decorada con los escudos de García de Loaysa. En su interior, destacan además, a ambos lados del presbiterio, sendas hornacinas con los sepulcros de los que fueron padres del citado arzobispo, Don Pedro Loaysa y Doña Catalina de Mendoza, verdaderas joyas de escultura funeraria del primer tercio del siglo XVI, y el cenotafio del propio cardenal.
El templo perdió todos los retablos y mobiliario original debido a su venta tras la desamortización en el siglo XIX. A partir de principios del siglo XX se le dotó de un órgano barcelonés de excelentes cualidades musicales y de retablos neogóticos y vidrieras que armonizan perfectamente con el resto del lugar.