La plaza de toros La Caprichosa, meca del toreo, se encuentra situada junto a la Basílica del Prado.
Fue inaugurada en las ferias patronales de septiembre de 1890 con un estilo historicista propio de las plazas de toros del siglo XIX, ese día se lidiaron seis toros de Enrique Salamanca por Fernando Gómez Gallo y Antonio Arana, «Jarana».
Para su construcción se utilizaron la antigua plaza y hospital para pobres y transeúntes que patrocinaba la Ermita del Prado. Su construcción no finalizó hasta 1958, culminando con los palcos superiores. La actual plaza está compuesta por un gran graderío, corrales y dependencias complementarias.
Los amantes del festejo taurino consideran esta plaza la meca del toreo, recordada tristemente por la muerte del famoso José Gómez Gallito “Joselito”, el 16 de mayo de 1920, cuyo busto de bronce podemos observar en el paseo central de los Jardines.
Según cuentan las crónicas de la época, aquel día estaba en el palco de la plaza la reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII, a la que el pueblo apodaba La Caprichosa. Joselito solía hacer el llamado salto de la garrocha, un arte complicado que solo se podía realizar una vez. A la segunda, el toro, avisado, iba a por el diestro. Esa tarde, Joselito saltó ante la reina, pero ella, distraída, se perdió el salto y envió a un emisario para pedirle al maestro que lo repitiera. El Gallo se puso frente al palco de honor y le habló así a la reina: «Sepa señora que si lo repito me juego la vida, pero lo haré por usted». Y saltó, y el toro lo rozó con un asta, y lo remató en el suelo, y le abrió el abdomen. Según se dice Joselito no murió de la herida, sino del infarto que le provocó ver caer sus tripas al suelo. Desde entonces, la plaza de Talavera se llama La Caprichosa.